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Investigadores UC evalúan daños y realizan monitoreo satelital tras incendio en Viña del Mar


Apoyar a la toma de decisiones y la distribución de ayuda, así como el proceso de reconstrucción, es el objetivo de la labor que desarrolla un equipo liderado por la profesora del Instituto de Geografía Carolina Martínez y CIGIDEN, a través de un catastro de daños de infraestructura crítica, equipamiento comunitario y de vulnerabilidad social, así como diagnóstico y monitoreo a través de imágenes satelitales.

Imagen satelital que mmuestra en rojo áreas afectadas por los incendios en la Quinta región

photo_camera Aportar al municipio de Viña del Mar un catastro de daños de la infraestructura crítica y equipamiento comunitarios, y una prospección de la vulnerabilidad social, junto con la identificación del área afectada a través de imágenes satelitales y apoyo con tecnología, es el objetivo del trabajo que está realizando un equipo de la UC y Cigiden. (Crédito fotográfico: zonas afectadas por los incendios/imagen satelital Planet)

Durante tres días, aún durante el estado de emergencia, un equipo liderado por Carolina Martínez, académica del Instituto de Geografía UC, directora del Centro UC Observatorio de la Costa e investigadora del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN), junto a investigadores de este centro y estudiantes del Innstituto de Geografía UC, recorrieron zonas afectadas por los incendios en Viña del Mar.

¿El objetivo? Por una parte, aportar al municipio un catastro de daños de la infraestructura crítica y equipamiento comunitarios, y una prospección de la vulnerabilidad social. Y por otro lado, la identificación del área afectada a través de imágenes satelitales y apoyo con tecnología. Todo ello con el fin de que la municipalidad pueda implementar mejor su plan de ayudas y acciones en la zona afectada.

Es un área muy concentrada, pero es infinitamente mayor a cualquiera otra afectada anteriormente en la zona. Revisando la recurrencia histórica de los incendios en el Gran Valparaíso, en los últimos 30 años, esto se escapa a todo lo conocido; y también se inserta en un área que no está en la recurrencia histórica de las últimas tres décadas, es nueva, por decirlo así”, afirma Carolina Martínez y agrega que los incendios afectaron tanto a asentamientos regulares como irregulares, “pero especialmente a la ocupación informal. El campamento Manuel Bustos es uno de los más afectados, el que recorrimos en particular en uno de los tres días de trabajo”.

Una labor de gran relevancia en la que estuvo enfocado el equipo, ha sido el trabajo con imágenes satelitales. “Como el área geográfica afectada era tan extensa, no se tenía una delimitación del área de afectación de los incendios. Nosotros teníamos acceso a imágenes diarias del satélite, pero dependía de las condiciones de nubosidad, por lo que nos faltaba una imagen que mostrara la situación post incendio. Y eso sucedió recién el martes (6 de febrero), lo que permitió mostrar el daño. Esa imagen fue fundamental para poder generar un polígono de emergencia que permita encausar la ayuda”, explica la investigadora.

El equipo, conformado por diez personas, principalmente estudiantes tesistas del Instituto de Geografía UC e investigadores de CIGIDEN, contó con el apoyo de la Municipalidad de Viña del Mar, facilitando instalaciones, información de parte del equipo de la Secretaria Comunal de Planificación (Secplac) y con transporte para poder ingresar a las áreas afectadas.

Mapa muestra la recurrencia de los distintos incendios que han afectado las provincias Marga Marga y Valparaíso
La imagen muestra la recurrencia de los distintos incendios que han afectado las provincias Marga Marga y Valparaíso, en rojo se aprecia la zona afectada por los incendios de febrero de 2024. (Crédito imagen: Cigiden)
 

Las imágenes permiten, como detalla Carolina Martínez, “definir el contexto geográfico de la amenaza para poder tomar acciones de parte de las instituciones, como despliegue de ambulancias, víveres y toda la labor del voluntariado, ya que aún nos encontramos en la etapa de emergencia”.

El equipo continúa trabajando en el monitoreo de la amenaza con imágenes satelitales y uso de drones, observando por ejemplo si se presenta un nuevo foco; así como también poder hacer un zoom en las áreas críticas, gracias a la alta resolución de las imágenes, mejorando la vista aérea de las áreas afectadas y dañadas. “Estas también son vitales para encaminar el proceso de reconstrucción y de rehabilitación posterior al periodo de emergencia”, agrega la académica. Labor que continuará, con el apoyo del Laboratorio de Innovación del Instituto de Geografía UC, el Observatorio de la Costa UC y CIGIDEN.

  Imagen satelital que muestra, en rojo, las áreas afectadas por los incendios en la zona de Valparaíso y Viña del Mar.


Esta imagen satelital muestra, en rojo, las áreas afectadas por los incendios en la zona de Valparaíso y Viña del Mar. (Crédito imagen: Instituto de Geografía UC)
 

Aumentar la resiliencia de la costa

Todo el trabajo desarrollado permite entender las condiciones de vulnerabilidad que provocaron el nivel de desastre, que ha llamado fuertemente la atención, lo que se relaciona, como explica Carolina Martínez, con una falta de resiliencia en los territorios. Por lo que aumentar la resiliencia de las zonas costeras resulta fundamental. ¿Y cómo se logra esto? De acuerdo a la investigadora, hay tres grupos de acciones clave.

Lo primero, el fortalecimiento de los instrumentos de planificación. “Falta mucho por implementar para que los instrumentos de ordenamiento territorial de la costa sean mucho más efectivos y eficientes a la hora de reaccionar ante los grandes desastres. La incorporación de diseño urbano resiliente es quizá uno de los principales factores que están afectando el trabajo de la emergencia, y también la elevación de la resiliencia de la costa”, detalla la académica y agrega que “los instrumentos de planificación no están incorporando las transformaciones sociales y las dinámicas territoriales -como la ocupación informal- que ocurren en la costa, porque son mucho más rápidas que la actualización de los planes reguladores, que están obsoletos o que les falta actualización”.

La experta también releva el hecho que estos instrumentos “no están siendo rigurosos al momento de compatibilizar los usos con las áreas de riesgo. Yo diría que este es un tema crítico, tanto en esta zona como en otras del país, que se repite esa componente. De ahí la necesidad de tener una Ley de Costas que compatibilice la planificación territorial con los instrumentos de planificación territorial”.

La investigadora detalla que uno de los principales campamentos y más antiguos que tiene el país está en Viña del Mar, siendo una de las áreas de mayor vulnerabilidad. “En parte esto explica el daño, pero también falta innovar, por ejemplo, en el potencial de evacuación. Pensando en que Valparaíso y Viña del Mar son áreas de micro cuencas costeras y son áreas de gran pendiente, donde cada una de ellas tiene una dinámica particular y tampoco se han incorporado a la planificación territorial”, explica, agregando que esta dinámica no solo agrava la amenaza de incendio, sino también las remociones en masa, de inundaciones y de anegamiento. “Condiciona también una concatenación de amenaza”, añade.

La segunda línea de acciones se relaciona con el desarrollo de una cultura preventiva. Como expresa Carolina Martínez, esto se relaciona con la falta de robustez de los instrumentos de planificación territorial para relacionar las formas de ocupación con los riesgos socio naturales. “Esta cultura preventiva no está suficientemente incorporada a la memoria del desastre, nos pasó también con las inundaciones del año pasado”, afirma.

Dos personas en medio de los restos del incendio en Viña del Mar bajo.
Como afirma la académica Carolina Martínez, aumentar la resiliencia de las zonas costeras resulta fundamental, lo que se logra a través de 3 líneas de acciones: fortalecimiento de los instrumentos de planificación, desarrollo de una cultura preventiva y educación. (Crédito fotográfico: Viña del Mar bajo/Carolina Martínez)

“De acuerdo a los relatos de las personas que conversaron con nosotros, nos contaban que no llegó la alerta o no tenían teléfonos celulares, o la amenaza fue tan desbordante y fue de un escenario tan extremo, que no alcanzaron a reaccionar. Escucharon por ejemplo la alerta del Jardín Botánico, pero a los campamentos no les llegó tan rápido o no sabían por dónde evacuar”, relata.

Y agrega: “Las condiciones de vulnerabilidad, por ejemplo, en el campamento, incrementaron también el nivel de daño, porque se trata de viviendas de material ligero, la materialidad es más bien precaria; las calles eran muy angostas. Esto, sumado a las grandes pendientes, explica que hay muchas limitaciones, para que, por ejemplo, las personas puedan caminar de manera rápida, dificulta el desplazamiento de niños y de personas mayores, o también que gente aglomerada provocara obstaculización de los desplazamientos”.

Por último, el tercer aspecto tiene que ver con la educación, ligada a la cultura preventiva. Como expone la investigadora, “la educación transforma vidas en el sentido que favorece los proyectos colaborativos y fortalece la resiliencia comunitaria, es decir, las personas se organizan más rápido y mejor, hacen más eficiente la sobrevivencia, en especial cuando no llega la ayuda de alimentos o las ambulancias en este territorio de tan difícil acceso. La educación es transversal a todo el proceso de reconstrucción también, e todo el ciclo del desastre”.

Finalmente, Carolina Martínez subraya la falta de conocimiento científico sobre la dinámica de las micro cuencas en el Gran Valparaíso, que puedan apoyar el modelamiento de escenarios extremos de amenazas socio naturales. “En el caso de los incendios, por ejemplo, para generar mejores planes de emergencia, potencial de evacuación y mejorar el diseño urbano resiliente. Y evidencia científica para apoyar la toma de decisiones en contextos geográficos complejos, como son éstos, donde hay ocupación formal e informal desbordada”.

Y concluye: “El desafío que queda es hacer que las universidades en general del país, las universidades regionales, puedan vincular el conocimiento científico a este tremendo desafío que va a ser el proceso de rehabilitación y de reconstrucción”.


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