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La carrera pendiente de Rodrigo Avilés


A punto de terminar sus estudios, Avilés repasa lo que ha sido su vida tras el grave golpe en aquel 21 de mayo y cómo percibió el apoyo de la universidad. Este es un extracto del artículo que será publicado en la próxima edición de Visión UC.

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photo_camera Archivo UC

Había pasado menos de un año cuando decidió volver. Diez meses desde que el chorro del carro lanzaaguas hiciera rebotar su cabeza en el asfalto, el 21 de mayo de 2015. En marzo del año siguiente para Rodrigo Avilés (29) no existía otra alternativa que regresar a clases. En el verano había avanzado en su tesis y se sentía preparado. Pese a lo vivido, pese a haber sido sometido a varias operaciones, tras superar el riesgo vital que mantuvo a su familia y al país expectantes. 

“Era lo que seguía (volver a clases), lo que se podía hacer y en lo que estaba enfocado”, reflexiona el estudiante de Letras Hispánicas, sentado en el patio que da al Hall Universitario en San Joaquín. Lo acompaña la socióloga Luna Rojas, compañera de militancia en la Unión Nacional Estudiantil (UNE), a quien recurre cuando evoca algún recuerdo o confesión que ambos conocen.

Militancia congelada

Desde la imagen del joven tumbado en la calle, en Valparaíso, a la del joven de pie en las canchas de San Joaquín con su equipo de fútbol en la mochila ha pasado un año. Tras someterse a tratamiento en el servicio de evaluación neuropsicológica del Centro de Desarrollo de Tecnologías de Inclusión (Cedeti) de la universidad con ejercicios, como subir escaleras para estimular su capacidad motora, Rodrigo dice sentirse bien. Es verdad que sigue con controles médicos —en marzo fue internado por cefaleas— pero su mejoría ha sido notable al punto de retomar el  deporte. Ha vuelto a andar en bicicleta y está listo para el fútbol. “Digamos que juego de 10”, bromea este mediocampista que aun no ha podido integrarse oficialmente a la la liga de geografía, donde juega (con el equipo de Letras "Purah Falaciah"), porque cuando ha habido partido el sol, proscrito por sus médicos, suele interponerse.

No es lo único. Además de no exponerse al sol directo, no ha vuelto a marchar por consejo de los especialistas. Por eso su actividad política en la plataforma Crecer —que dirige a la actual FEUC —está congelada, pero espera retomarla el segundo semestre. Está convencido de hacerlo, tanto como para opinar sobre  lo que hoy ocurre con este movimiento cuestionado por sus finanzas calificándolo como “un gran error que sirve para aprender”.

Su actividad intelectual no ha sufrido grandes cambios. “Sólo tengo que ordenar mis días para que sean productivos”, señala. Es decir, ser metódico, dormir las ocho horas diarias que antes de ese 21 de mayo jamás pensó. 

La justicia pendiente 

Rodrigo toma un sorbo de café desde su termo, lleva un sombrero que cubre el rastro del golpe (en la foto), aunque el lado derecho de su frente muestra una leve hendidura, cicatriz que se transforma en el testimonio de una caída que arrastra una condena judicial y un desafuero fallido. “Tengo recuerdos fuertes de lo previo al 21, por qué fui y lo que pasó hasta la caída”, relata el estudiante que ese día fue a marchar por la educación, para que el gobierno incluyera a los estudiantes como actores de la reforma, tras la muerte de dos jóvenes alcanzados por balas al aire, también en una marcha.

Sobre el pitonero que manejaba el carro lanzaaguas, Manuel Noya —quien quedó con firma mensual y arraigo nacional—, no tiene mucho qué decir. Jamás vio su entrevista en televisión en 2015, cuando Noya pidió disculpas públicas. Para Rodrigo, quienes también tienen que asumir responsabilidades son “los altos mandos involucrados; (quiero) que haya cambios en la institución misma, porque son actos de violencia institucional”. En este sentido, añade que uno de sus anhelos es que se produzcan cambios profundos a nivel de la estructura de las FFAA para que hechos como el que vivió no vuelvan a ocurrir.

 Hacer comunidad 

Cuando las puertas de su habitación en el Hospital Clínico de la universidad se abrieron, muchas personas lo visitaron. Desfilaron algunos famosos, pero también anónimos compañeros de la UNE, de Crecer, profesores de Letras y Ciencia Política. El rector Ignacio Sánchez también fue “varias veces”, relata el futuro licenciado, actitud que, confiesa, no esperaba:

“Fue muy sorprendente y en ese momento y hasta el día de hoy (el gesto) es profundamente valorado”, dice Avilés, y afirma que parte de su labor política junto a sus compañeros se ha encaminado justamente a la idea de formar comunidad. 

Junto con terminar dos ramos que le quedan —uno de ellos con alumnos novatos—, los planes de Rodrigo a corto plazo son terminar su tesis, que trata sobre literatura chilena contemporánea desde lo satírico; seguir estudiando, quizás formar un proyecto con amigos, concretar la publicación de un Fondecyt que quedó pendiente cuando todo se detuvo y antes que todo lo anterior, saldar una competencia con su hija. “Vamos a correr 400 metros”, dice, y las canchas de San Joaquín, cree, serán el mejor lugar para hacerlo.

 

Este artículo fue elaborado gracias a una entrevista concedida por el alumno a Visión UC. La versión completa estará disponible en la edición de junio del diario universitario.

 

INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

Violeta Bustos, periodista, vsbustos@uc.cl


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