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Laboratorio del lenguaje: viaje al universo cerebral de los lactantes


Niños de contextos vulnerables y diversos casos forman parte de las investigaciones de neurociencia cognitiva de la profesora de la Escuela de Psicología UC, Marcela Peña. Entre otros aspectos, sus estudios relevan la importancia de la lactancia y los estímulos a través de tablet.

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photo_camera Archivo UC

Estos niños no jugaban. Aunque en la pantalla del tablet aparecían imágenes de gatos, perros, vacas y también de, quizás, la única persona con quien tenían un vínculo, su cuidadora, estos eran pequeños que no jugaban. “No reaccionaban”, cuenta Marcela Peña, académica de la Escuela de Psicología, quien lleva más de una década desarrollando estudios sobre el funcionamiento del cerebro de lactantes y niños en diversos procesos de aprendizaje.

Este grupo, proveniente del centro de protección del SENAME Casa Nacional, formó parte de un proyecto FONDEF de 2013 a 2015, llamado Sistema Interactivo de Estimulación al Lactante (SIEL). Junto a otras 20 guaguas de Integra, fueron sometidas a estímulos para evaluar temperamento, habilidades comunicativas y vocabulario comprensivo y expresivo.     

“Los niños se interesan en ver qué pasa a su alrededor, pero estos niños no tenían ganas de jugar”, dice Peña, quien estuvo a cargo del proyecto en el marco de la tesis de la doctorante Diana Arias. Sin embargo, mientras desarrollaban las pruebas en instalaciones de los centros, los pequeños fueron aprendiendo. 

Uno de los resultados de las investigaciones de esta docente dice que desde los ocho meses es posible descubrir palabras desde el habla continua. Es decir, al escuchar frases completas hallan vocablos específicos, pues "la transición entre sílabas no adyacentes —intercaladas— les permite predecir palabras y es así cómo se manifiesta el cerebro", explica. La revista Proceedings of the National Academy of Sciences ha publicado algunos de estos descubrimientos.

Peña explica que contaron con voluntarios del SENAME de hasta dos años, quienes fueron sometidos a una serie de pruebas, al igual que los pequeños de Integra, red de jardines y sala cunas que busca el desarrollo de menores en contextos de pobreza y que cuenta con unos 70 mil niños.      

Fueron seis sesiones de 20 minutos, donde estos niños fueron expuestos a imágenes de palabras frecuentes o fáciles, como gato, perro o vaca, junto a otras más infrecuentes como morsa o saxofón. La persona que aparecía en pantalla y les enseñaba vocabulario a través de un video era la cuidadora o educadora (en el caso de Integra).

Lo que buscaron explorar fue cómo estimular a los pequeños y ver si era posible el aprendizaje a través de una máquina. No se trata de reemplazar a las mamás, “sino de por lo menos reemplazar a la televisión, que no sirve para nada”, asegura.

Los niños de contextos vulnerables, según la académica, tienen pocas instancias para el aprendizaje, por lo que este tipo de estímulos contribuye al desarrollo de procesos cognitivos. Así, con los estímulos del tablet, los pequeños sometidos a este estudio fueron aprendiendo palabras infrecuentes o identificando sonidos con animales, como mu = vaca o gato = miau.

 

Habilidades tempranas

Otro de los resultados de esta investigación fue el constatar que aquellos niños que habían consumido leche materna tenían mejores resultados. La profesora lidera una serie de investigaciones en esta línea, realizadas en su mayoría en el Laboratorio de Neurociencias Cognitivas de la UC.

En este lugar recibe a decenas de lactantes al año. Trabaja junto a la alumna del Doctorado de Psicología, Cristina Jara, quien la asiste al realizar los estudios. Uno de ellos lo desarrollan junto al Hospital Sótero del Río, institución que deriva casos de lactantes con virus respiratorio sincicial (VRS), cuyos procesos y habilidades cognitivas son comparados con los de bebés sanos. 

El estudio lleva dos años y se realiza junto al Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia. “Vemos si los lactantes que han estado hospitalizados por el virus se ven afectados en sus habilidades cognitivas”, señala Jara, a través de la medición de fonemas, seguimiento de reglas, tareas con numerosidad y cognición social, donde por ejemplo ven una pantalla con dos rostros, uno triste y otro imparcial. Se espera conocer los resultados el segundo semestre.

 

"Guagua científica"

Shirley Llancalao es una de las madres quien junto a su hijo de un año, Benjamín Durán, asisten a las pruebas. Benjamín no ha sufrido el virus. Ambos han ido cinco veces al laboratorio, donde lo primero que hacen es relajarse viendo el video de algún cuento como “Los tres chanchitos” y luego comienzan las pruebas, como escuchar sonidos con la pronunciación de idiomas muy variados, “pues hay cerca de 200 vocales y 600 consonantes a nivel mundial y ningún idioma las ocupa todas”, grafica Peña. 

Benjamín es sólo uno de los cerca de 20 niños considerados para este estudio. Su madre explica que decidió asistir “porque pensé que era algo útil para él y para la universidad”.  Además, el laboratorio le paga el transporte a través de una pequeña ayuda económica que asegura, le “sirve mucho”. También le regalaron una polera verde a su hijo que dice “soy un bebé científico”. 

Benjamín es un niño de grandes ojos negros. Explora el laboratorio y observa con curiosidad todo lo que aparece a su paso. “Desde que recibe más estímulos y desde que aprendí a motivarlo con cariño, el Benja se ríe más, dice más palabras y juega”, dice Shirley sobre su hijo.

 

INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

Violeta Bustos Vaccia, vsbustos@uc.cl


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