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Transparencia en la Iglesia: “Desequilibrios e injusticias llaman a una mayor responsabilidad personal”


El padre Cristián Mendoza, presente en el IV Seminario de Comunicaciones de Iglesia se refirió a los desafíos en materia de transparencia, ejercicio de la fe y formas de vincularse con el poder. Mendoza es profesor de la Escuela de Comunicaciones de la Iglesia en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz en Roma. 

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photo_camera Archivo UC

La necesidad de transparencia y la importancia de una cultura del encuentro, fueron algunos de los temas abordados por el padre Cristián Mendoza, quien participó del IV seminario de Comunicaciones de la Iglesia. Sobre este último punto, el sacerdote manifestó la importancia de unir a los diferentes mundos involucrados a la hora de transmitir la misión original de la iglesia, en términos de que instancias como este seminario “pueden generar mayor empatía entre los medios, los profesores, obispos, sacerdotes y personas que llevan la comunicación institucional de otras realidades”. 

El sacerdote mexicano es licenciado en Administración y Finanzas  y doctor en Teología Dogmática por la Pontificia Universidad de la Santa Croce, donde ejerce como docente. Entre las temáticas que abordó están los desafíos de la iglesia, la importancia del rol educativo y la necesidad de innovar al momento de promover el ejercicio de la fe. 

Ud. menciona la importancia de traducir la misión original de la Iglesia en cuanto a valores democráticos, económicos y sociales ¿Cuáles son las mejores formas de comunicar esa misión? 

La misión original de la Iglesia es espiritual, pero es difícil de comprender una misión espiritual en términos políticos o económicos. No es que la iglesia tiene que cambiar, sino que puede dialogar. Benedicto XVI siempre quiso entender el sistema económico, no porque quisiera hacer economía, sino porque se preocupaba de que si las empresas de oriente compraran a las de occidente, sería una compra cultural no económica donde tal vez se impondrían ciertos criterios de vida que no tendrían que ver con la dinámica cristiana (…). Se custodia a la persona que crece en este mundo. 

La Iglesia no es democrática, sino monárquica en el sentido de que tenemos al Papa en el centro y es la cabeza visible espiritual de la historia. Pero tampoco es monolítica, porque el Papa no tiene el poder que tenía un rey en la antigüedad, tiene una misión espiritual. Sin embargo La gente qué es lo que observa, una iglesia demasiado jerárquica o rígida, en realidad no lo es, la Iglesia es mucho más familiar de lo que parece.

Si bien la finalidad de la Iglesia no es política o económica, hay una posición de poder que tiene que ver con su presencia en la sociedad ¿De qué manera conviene comunicar ese poder entonces, sin que exista esa percepción negativa si se vincula a la política o la economía?

Cada vez más se aprecian las sociedades planas donde no hay jerarquías. En los países escandinavos por ejemplo, se aprecia mucho que el primer ministro de Noruega vaya y lave los platos después de una reunión, pues son sociedades donde se busca sencillez en las acciones. El Papa Francisco no deja de repetirlo: que en realidad el verdadero poder es servicio, es decir, cuando él visita personalmente a la gente, va a las casas, a las cárceles.

Es importante que se traduzca la acción misionera y los pobres, pero no sólo teóricamente. Cuando el Papa visita a los políticos encargados de las prisiones en Italia y les pregunta si todavía tienen separación entre el preso y sus familias, eso sorprende mucho porque el Santo Padre ha visitado a los presos. Pero esto no es algo que funcione solo para  la Iglesia, porque cuando esto sucede en las instituciones los empresarios dicen vamos a hacer acción social, es importante no caer en la tentación de hablar de la gente humilde y sencilla sin conocerla. 

Es importante ver visitar, conocer, acompañar, sino se pierde el sentido de por qué se hace lo que se hace. El poder en la iglesia, que es un poder sobre todo espiritual, porque es un poder de administrar los sacramentos, de administrar la gracia, debe estar en función de las necesidades de la gente (…).

Esa misión de servicio se ha traducido muchas veces en una misión educativa, como en las misiones ¿De qué manera hoy puede ser dado a conocer ese rol ligado al conocimiento? ¿Cómo puede posicionarse la Iglesia como transmisora de conocimiento en la actualidad?

Si bien la Iglesia ha tenido siempre una misión de educación, de acuerdo a los carismas de la iglesia hay algunas más enfocadas en la educación que otras. En una sociedad orgánica como la nuestra, cada una de las instituciones debe aportar algo que es distinto a las demás (…). En esta sociedad orgánica la iglesia puede aportar mucho para la educación, mucho para la caridad, para otras realidades. Ahora bien, la función última de la Iglesia es formar personas a través de esa educación, formar cristianos. 

Es importante subrayar que la Iglesia no es una ideología, en el sentido de que no permite opiniones o críticas contrarias. Tampoco la Iglesia tiene una verdad revelada para educar física, química o biología. La misión de la Iglesia es simplemente ayudar a quienes más lo necesitan. La educación ha sido siempre algo que la Iglesia ha hecho, porque allí se pueden forjar personas generosas, capaces de construir sociedades justas, capaces de pasar tiempo con los demás. 

(…)Lo que se busca es hacer florecer la fe entre las personas y si para eso hay que salir de lo que se hace, hay que hacerlo. Quizás hay que dejar las actividades que hacemos para hacer actividades nuevas. El Papa lo dice: abrir las iglesias, salir a buscar a los pobres, salir a buscar a la gente, no esperar que la gente venga. Esa es la gran pregunta del Papa, qué más podemos hacer nosotros cuando la gente está aburrida. Reconocerlo es el primer paso.

Pensando en el contexto de distintos lugares del mundo ¿Se pueden abordar desafíos para la Iglesia en la región latinoamericana?

Desafío es una palabra positiva. A partir de este milenio, la palabra desafío es algo que me engrandece y ayuda a superarme. La iglesia tiene desafíos, pues cada vez es más difícil vivir la fe. Y qué significa esto, que los criterios del evangelio son los criterios de nuestra vida: el criterio de la pobreza en una sociedad consumista, el criterio de la generosidad en una sociedad individualista, el criterio de seguir una fe en una sociedad relativista. Ese es un desafío que tanto Benedicto XVI como el Papa Francisco han mencionado en sus discursos (…).

¿Son desafíos universales pese a los contextos locales?

Sí, pero también podría mencionar el tema de la violencia. En América Latina se viven niveles de violencia que generan desequilibrios sociales, guerrillas, narcotráfico, etc. Sin embargo, como el Papa Francisco nos recuerda, no todo es el desarrollo económico. Cuando desarrollando la economía perdemos gran parte de nuestra sociedad, en el largo plazo aquello será más caro. Porque si a un empresario le asesinan a su esposa por robarle el auto, tal vez ese no haber educado a las personas que cometen crímenes, es algo que le ha costado a él más caro. Ese es un gran desafío: la violencia(…).

¿Qué pasa cuando hay desequilibrios e injusticias que ocurren dentro de la iglesia?¿Cómo mantener en alto el espíritu de la comunidad? Y ¿cómo la transparencia puede contribuir en este sentido?

Aquí es interesante, podríamos tomar una visión optimista y decir -como dicen algunos cardenales en la curia romana-, que vivimos en una iglesia excepcional, porque nunca ha habido tantos papas santos juntos. También hay personas que dicen que la iglesia ha sufrido unos procesos muy fuertes, donde ha habido escándalos, abusos y problemas. Por una parte no es el optimismo ni el pesimismo lo que va a solucionar los problemas. Los optimistas ven todo bien y no hacen nada por cambiarlo, los pesimistas ven todo mal y no hacen nada por mejorarlo tampoco, porque piensan que no se puede hacer nada. El realismo sano, el afrontar los problemas, es lo que nos puede permitir soluciones. Y eso requiere una madurez institucional, es una institución que ha aprendido mucho y ha tenido unos estándares de transparencia cada vez más claros, ha intentado formar cada vez mejor a los sacerdotes, protege a los fieles ordenados y no ordenados, de la debilidad humana y también de tanta influencia que todos vivimos hoy: por Internet, por la facilidad de caer en cosas que ensucian el alma. 

Desequilibrios e injusticias llaman a una mayor responsabilidad personal. La transparencia se da con esa responsabilidad. Sólo esto traerá vocaciones, porque si vivimos –no en todos los países de América Latina- pero si vivimos una crisis de las vocaciones, las vocaciones vendrán cuando se presente la verdad. La verdad es atractiva. Si hablamos siempre el error, si hablamos siempre la mentira, no vamos a ser atractivos como Iglesia. Obviamente, hay que corregir el error y evitar la mentira, pero para esto es bueno reconocer los errores. La gente quiere la verdad de personas que se dan a los demás, viven para los demás, que gozan y sufren para los demás. Por eso hay que presentar historias atractivas, una madre de familia que da la vida por sus hijos, un señor que trabaja muchísimo y después intenta dar catecismo, un sacerdote entregado en su misión sacramental…Historias personales que son reales. Cuando uno presenta la vida real, a la gente puede gustarle o no gustarle, pero no puede negarlas.

¿Qué consecuencias han tenido los diversos mensajes del Papa Francisco en términos de sus ideas sobre incluir a los excluidos? Opiniones que pueden ser percibidas como polémicas 

El Papa Francisco es una persona que resulta muy atractiva. Sobre todo para aquellos que tienen ganas de una mayor credibilidad, de una mayor autenticidad. El Papa es una persona muy auténtica. La diferencia entre autenticidad y credibilidad es que cuando soy una persona coherente con lo que siento, pienso y digo, soy auténtico. Por otra parte, mi credibilidad es mi capacidad de cambiar el entorno. Porque puedo intentar cambiar una estructura, pero no ser creíble. En ese sentido el Papa está consiguiendo romper esa etiqueta muchas veces de rigidez y decir ‘mira tenemos que hacer más cosas diferentes, tenemos que romper status quo, incluir, cambiar’. Al Papa le preocupa que haya gente en situaciones irregulares, de todo tipo, gente que no es culpable de vivir en determinada situación. 

El Papa observa que hay mucha gente fuera del camino muchas veces por diferentes circunstancias. Para esto el Papa habla de personas que están alejadas de Dios, puede ser que las personas que están muy cerca se desconcierten y digan ‘a mí el Papa no me dice nada’. Pero el Papa siempre dice algo. El Papa es una persona que interroga e interpela, que nos lleva a un examen de conciencia. Y yo pienso que es muy positivo y no deja a nadie indiferente.

¿Ese es el camino de la transparencia?

Sí, el Papa Francisco es un hombre que con gran sencillez está pensando constantemente en hacer la Iglesia más cercana. Esto depende mucho de las circunstancias de un país por ejemplo, puede haber un país donde se racionaliza todo y por lo tanto, hacer la Iglesia más cercana es explicarla mejor. Hay países donde la cultura es una cultura más del encuentro y el cariño y ahí lo que hace falta no es dar más conceptos, sino que presentar historias, la vida real, etc. Pero hacer la Iglesia más cercana requiere esa transparencia que al final no es una acción solo de los obispos, sino que es una acción de los fieles, de las personas que tienen hijos y quieren transmitir la fe para esos hijos.

*El padre Cristian Mendoza pertenece a la Prelatura del Opus Dei, es profesor de tiempo completo en la Escuela de Comunicaciones de la Iglesia en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz en Roma. Su área de especialización se Económica de la Iglesia Católica. Desde 2006, ha sido miembro del Departamento de Promoción y Desarrollo de la Santa Cruz y sirve de enlace en Roma para diversas fundaciones y asociaciones patrocinadoras en Bélgica, Chile,Colombia, Francia, México, los Estados Unidos y España.

 

INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

Violeta Bustos, Dirección de Comunicaciones, vsbustos@uc.cl


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