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UC planea parque con 300 esculturas de Mario Irarrázabal


El llamado “Museo Humano” será una reserva ecológica emplazada en San Carlos de Apoquindo con obras del artista, hechas principalmente en bronce. El proyecto debería ver la luz hacia fines de 2024.

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photo_camera Créditos: Gentileza El Mercurio.

La elección no fue casual. No fue solo entrar a un espacio de naturaleza y definir un sitio. No. Para comenzar a imaginar cómo sería el “Museo Humano” en San Carlos de Apoquindo, Mario Irarrázabal recorrió esta zona, caminó por sus laderas y junto a un equipo de especialistas UC llegó hasta el área que finalmente hoy se anuncia como la sede de un sueño que el artista tiene hace años: la visión de un espacio cultural abierto y gratuito, donde sus esculturas vivan en medio de la naturaleza, retroalimentándose de los cambios de estaciones y de las personas que le visiten. Un sueño que hoy, tras un acercamiento liderado por el rector Ignacio Sánchez, cuenta con un sitio emplazado en terrenos UC y un proyecto arquitectónico ya definido, el cual se espera pueda inaugurarse hacia fines de 2024.

“Es muy emocionante para la Universidad Católica, porque Mario nos va a entregar con mucha generosidad cerca de 300 esculturas. La idea es albergar su obra presente y futura. Será un museo al aire libre y en la coordinación del proyecto está Emilio De la Cerda, profesor de la Escuela de Arquitectura UC y quien ha estado trabajando muy de la mano con el artista. Se llamará a un concurso de arquitectura dirigido a profesores de nuestro plantel. El plazo es poder entregarlo en el segundo semestre del 2024, antes de que finalice mi período como rector, en marzo de 2025”, dijo el rector Ignacio Sánchez al anunciar este acuerdo.

Junto con Emilio de la Cerda, además, hay distintas unidades de la UC que ya trabajan en hacer realidad este regalo de Mario Irarrázabal, quien pretende entregar un sitio de cultura y naturaleza para Chile. Tras el acuerdo liderado por el rector Ignacio Sánchez, el proyecto involucra hoy al equipo de la Prorrectoría de Gestión Institucional con Patricio Donoso y Paulina Dreyer; la Centro de Patrimonio UC; y a Hans Muhr, quien ha estado viendo específicamente el paisajismo y será uno de los miembros del comité permanente que tendrá el espacio, donde también estarán dos representantes de la Fundación Piedra Viva, encargada del legado del artista.

“Hace un mes sostuve una reunión con la alcaldesa de Las Condes, Daniela Peñaloza, y comprometimos su valioso apoyo y de los concejales. Quedamos muy entusiasmados con este trabajo en conjunto. La UC va a poner el terreno, buscaremos recursos propios y privados y, junto con ello, queremos postular a recursos municipales”, dijo el rector Ignacio Sánchez.

Para iniciar el proyecto, se firmó un comodato por ocho años entre la UC y la Fundación Piedra Viva, con el compromiso de transformarlo en una donación a perpetuidad. 

Con una obra realizada mayoritariamente en bronce, esta materialidad permitirá que las esculturas puedan estar en un espacio abierto y expuesta a los cambios climáticos. Créditos: Karina Fuenzalida.

Integración natural

Sobre las características del “Museo Humano”, Mario Irrarázabal ha hecho hincapié en que sea un lugar de austeridad, donde la arquitectura no compita con las esculturas ni las esculturas con la naturaleza. La idea es que todo vaya confluyendo en un espacio orgánico, que de por sí permita a las y los visitantes alejarse de lo urbano para generar una conexión cultural con este entorno. El área definida para el proyecto está dentro de un terreno de 60 hectáreas, de las cuales se destinarán 2 mil metros cuadrados a este parque cultural.

“Mario tiene un vínculo desde hace tiempo con la universidad, ha expuesto su obra en el Centro de Extensión UC, y para esta iniciativa recorrimos el terreno, subimos el cerro y fuimos viendo qué área le parecía la mejor para el proyecto. Escogió un lugar muy especial que está pegado a una quebrada, la cual enfrenta a una ladera sur que pasará a ser como el telón de fondo de este parque y sus esculturas. Con eso se asegura una relación con la naturaleza, pero también un control visual, dado que el crecimiento y la zona urbana de Santiago queda lejos de esta imagen, y no aparece en el paisaje inmediato de este pabellón”, describe Emilio de la Cerda.
 
Dentro de los 2 mil metros cuadrados que contempla el espacio, habrá un edificio de unos 400 metros cuadrados, que cobijará las esculturas de formato más pequeño o que por su materialidad requieran de mayor protección frente a la intemperie, como aquellas que Irarrázabal realizó en madera.
 
De las casi 300 esculturas que el artista donará, la mayoría y las más grandes fueron hechas en bronce, material ideal para un espacio exterior en el cual a Irarrázabal le interesa que interactúen con la lluvia, con las estaciones del año, con la neblina, con el tacto de las personas que circulen por el parque, entre otros cambios de luz y energía.  

Para Mario Irarrázabal, es clave que el diseño arquitectónico cree un recorrido en que lo protagónico sea la naturaleza y la obra, y donde tanto niñas, niños y personas mayores puedan disfrutar de este espacio. Créditos: Karina Fuenzalida.

Un regalo, un compromiso, una vocación
 

Entre una de las aristas que está en revisión, se encuentra  el desgaste que ha sufrido el acceso a esta zona, área muy ocupada hoy para hacer trekking y subidas en bicicletas. Esa erosión de la capa vegetal en el ingreso es algo que hoy se estudia desde CAPES UC, quienes estaban haciendo trabajos de restauración en esa ladera y se integrarán ahora al proyecto de este parque. 

"Siempre los museos -incluso estando inmersos en la ciudad- buscan construir una distancia, un tiempo y un sonido propio. En este caso, ese ritmo propio estará dado por la naturaleza y son distintos aspectos los que están en análisis. Este es un proyecto con una connotación paisajística, urbana, artística y que reúne a muchas fuerzas y enfoques profesionales de la universidad. No es una iniciativa satélite para la UC, si no que está en el corazón de los compromisos universitarios”, asegura Emilio de la Cerda.
 
Para llegar al terreno donde va a estar este espacio cultural hay que atravesar dos quebradas pequeñas, por lo que probablemente el diseño contemplará puentes peatonales. Además, el ingreso estará cerca del acceso al Parque Cordillera, que va a ser complementario, y -para resolver la necesidad de estacionamientos-, se sumará un proyecto que involucra al club deportivo Universidad Católica

“La idea es regular ese acceso al cerro, permitirlo, pero habilitando un nuevo portal al lado del parque Museo Humano. Este museo será como una estación inicial del acceso a la cordillera, busca ser una bisagra entre la ciudad y la naturaleza. Además inocula en ese predio de la UC una vocación cultural, que va a ser complementaria a la vocación científica que se está dando hoy en iniciativas como la restauración ecológica”, dice Emilio de la Cerda.
 
Para octubre de este 2022, se espera que ya estén definidas las bases del concurso de arquitectura que determinará la propuesta ganadora en la implementación del proyecto. Este concurso se abrirá a docentes de la Escuela de Arquitectura UC. Mientras aún se prepara esa definición, lo que ya está claro son los deseos de Mario Irarrázabal sobre la experiencia que aquí se va a construir.
 
“Mario no quiere poner las obras de manera secuencial, sino que pretende jugar con las relaciones artísticas, para evitar una lectura obvia de estas esculturas. A él le interesa que el diseño estimule la exploración humana, y que su disposición sea algo que puedan disfrutar desde niños a personas mayores”, dice Emilio de la Cerda.


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